Y llega ese momento en que decides que ¡ya está! Que ya no tienes fuerzas, ni ganas de luchar contra la corriente.
Y entonces, solo entonces respiras, te relajas y te dejas llevar.
¡Quien sabe! Puede que en ese fluir con las olas halles tu respuesta y puede que incluso llegues al sitio que querías llegar, pero por otro camino.
Desconoces a donde te llevaran, y tampoco te importa, solo quieres saborear esa sensación de dejarte mecer por el mar, de dejarte llevar, la tranquilidad te invade…ya no te cansas,ya no luchas.
Y te sorprende que dentro de lo que tu pensabas que era «una rendicion» te sientes feliz, hasta vuelves a sonreír con la misma alegría y esperanza con la que comenzaste este camino. No sabes lo que te deparará el futuro, y tampoco te importa, solo sabes…por fin lo sientes que vas donde tienes que ir.
En ocasiones nos empeñamos tanto en hacer las cosas a nuestra manera que no nos damos cuenta de que la vida nos ha puesto un camino mucho más sencillo y menos doloroso hasta nuestro destino.